![]() Un aspecto de enseñarles a los niños la Palabra de Dios, aparte de leerles relatos y pasajes de la Biblia, consiste en ayudarles a aprenderse de memoria ciertos versículos clave. El conocimiento de las Escrituras nos permite comprender mejor al Señor y Sus caminos, y las promesas que memorizamos acrecientan nuestra fe y son una fuente de consuelo y soluciones en los momentos difíciles. Puede que le sorprendan los cambios conductuales que observará usted en los niños cuando empiece a enseñarles la Biblia y a indicarles de qué forma pueden aplicar desde pequeños los principios de la Palabra de Dios. Incúlqueles que cada vez que la leen y la ponen en práctica hacen feliz a Jesús. Cuando uno de ellos, por ejemplo, no obre con amor, recuérdele: «Jesús quiere que tengamos amor por los demás. ¿Te acuerdas de lo que dijo? “Amémonos unos a otros”». Y añada: «¿Qué puedes hacer ahora para portarte bien con tal y cual y arreglar la situación?» Cuando un chiquitín parezca preocupado o asustado, tranquilícelo diciéndole: «Dios cuida de ti, y además ya hemos rezado, así que puedes dejar el miedo. Acuérdate de que Él dijo: “No temas, porque Yo estoy contigo”». Sin duda no le faltarán oportunidades de emplear estos versículos fundamentales. A los niños les resulta fácil aprenderse versículos de memoria, sobre todo si uno se los enseña de forma divertida. ***** Apacienta Mis corderos es una colección de libritos preparada con el propósito de enseñar a niños pequeños los rudimentos de las Escrituras. También sirve como curso de memorización. Torna fácil y divertido para ellos el estudio de los principios fundamentales de la Biblia y el aprendizaje de sus textos. Los seis libritos presentan un total de 90 versículos simplificados, cada uno acompañado de una atractiva ilustración que ayuda al niño a relacionar el sentido del texto con situaciones de su vida cotidiana. Los versículos se han adaptado para ponerlos al nivel de los chiquitines, tomando como punto de partida diversas traducciones de la Biblia, aunque mayormente la versión Reina-Valera, revisión de 1960. Se ha puesto especial cuidado y oración para simplificar el vocabulario sin afectar el significado. En cada caso se consultaron también otras traducciones. Haz clic aquí para leer / descargar uno de estos libros. Para comprar el conjunto completo, haz clic aquí.
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¿Cuál es el secreto para criar niños felices y bien adaptados?
No hay ningún secreto, pero sí una clave: el amor. Sería imposible cubrir a cabalidad el tema del amor de los padres por sus hijos en esta breve columna. Sin embargo, a continuación te brindamos un resumen de las fórmulas y acciones más importantes con que puedes manifestar amor a tus hijos.
Copyright © La Familia Internacional. Usado con permiso. Presentación en PowerPoint, gentileza de Tommy's Window (www.tommyswindow.com) ![]()
![]() Una nochebuena, bien entrada la noche, me senté en mi sillón. Sentía cansancio y, a la vez, satisfacción. Los niños se habían ido a dormir y los regalos estaban ya envueltos. Mientras contemplaba los adornos del árbol, tenía la sensación de que faltaba algo. Al poco rato, me adormecí con las lucecitas intermitentes del árbol. No sé cuánto tiempo dormí, pero de repente me di cuenta de que no era la única persona en la sala. Es de imaginar la sorpresa que me llevé al abrir los ojos y ver a aquel personaje de pie junto a mi árbol de Navidad. Toda su vestimenta era de pieles. No parecía, sin embargo, el viejito alegre con pinta de duende de la leyenda navideña. El hombre que estaba junto a mí se veía triste y desilusionado. Tenía lágrimas en los ojos. -¿Qué te pasa? -le pregunté-. ¿Por qué lloras? -Por los niños -contestó con un dejo de tristeza. -Pero... los niños te quieren -repuse. -Ay, sé que los niños me quieren y que les gustan los regalos que les traigo -respondió-. Pero, por lo que se ve, los niños de hoy en día no conocen el verdadero espíritu de la Navidad. La culpa no es de ellos. Es que los adultos se han olvidado de enseñárselo. Y a muchos adultos jamás se les inculcó. -¿Qué se han olvidado de enseñar a los niños? -pregunté. Su rostro bondadoso de anciano se volvió más tierno y amable. Los ojos le empezaron a brillar con algo más que lágrimas, y dijo en voz baja: -El verdadero sentido de la Navidad. Que la Navidad es mucho más que la parte que percibimos con la vista, el oído o el tacto. Hay que enseñarles qué simbolizan las costumbres y tradiciones navideñas, lo que todo eso representa en realidad. Metió la mano en su saco, y extrajo un árbol de Navidad en miniatura, que colocó sobre la repisa de la chimenea. Y agregó: -Hay que enseñarles sobre el árbol. El verde es el segundo color de la Navidad. El majestuoso abeto, con su hoja perenne que no pierde el color, representa la esperanza de la vida eterna en Jesús. Al señalar hacia arriba, la punta nos recuerda que el hombre también debe dirigir sus pensamientos al Cielo. Volvió a meter la mano en el saco, y extrajo una estrella que colocó en la punta del arbolito. Añadió: -Dios había prometido un Salvador al mundo. La estrella era la señal del cumplimiento de esa promesa en el nacimiento de Jesús. Hay que enseñar a los niños que Dios siempre cumple lo que promete y que los que son sabios como los Reyes Magos, aún lo buscan. Luego sacó un adorno rojo para el arbolito, y añadió: -El rojo es el primer color de la Navidad. Es un color intenso, vivo. Es el símbolo del más grande regalo que nos ha hecho Dios. Hay que enseñar a los niños que Cristo murió y derramó Su sangre por ellos para que tengan vida eterna. El color rojo debe recordarles del regalo de la vida, que es el más espléndido. Luego, sacó de entre sus cosas una campana y la puso en el árbol, agregando: -Así como la campana guía a las ovejas a un lugar seguro, hoy sigue resonando para conducir a todos al redil. Hay que enseñar a los niños a seguir al verdadero Pastor, que dio la vida por las ovejas. Seguidamente, colocó una vela sobre la repisa de la chimenea y la encendió. El tenue brillo de la llama iluminó la estancia. -El brillo de la vela -explicó- simboliza que el hombre puede manifestar gratitud por el regalo que hizo Dios al enviar a Su hijo. Hay que enseñar a los niños a seguir los pasos de Cristo haciendo el bien. Eso simbolizan las luces que parpadean en el árbol como si fueran cientos de velas. Cada una representa a uno de los valiosos hijos de Dios. Volvió a meter la mano en el costal. Esta vez sacó un diminuto bastón de caramelo a rayas rojas y blancas. Lo colgó en el árbol, y dijo en voz baja: -El bastón es de caramelo duro. El caramelo tiene forma de jota, inicial de Jesús, que vino a la Tierra como nuestro Salvador. Asimismo, representa el cayado con el que el Buen Pastor rescata de los barrancos del mundo a las ovejas extraviadas que cayeron en ellos. Luego, sacó una bella guirnalda hecha con ramas verdes y fragantes que tenía un lazo de color rojo vivo. Explicó: -El lazo nos recuerda el vínculo de perfección, que es el amor. La guirnalda representa todo lo bueno de la Navidad para los ojos que lo ven y los corazones que lo entienden. Es rojo y verde, y las hojas de pino apuntan al Cielo. El lazo es señal de buena voluntad para todos, y su color nos recuerda de nuevo el sacrificio de Cristo. Su misma forma es simbólica. Representa la eternidad y la naturaleza eterna del amor de Cristo. Es un círculo sin principio ni fin. Estas son las cosas que se deben enseñar a los niños. -¿Y qué lugar ocupas tú entre todo esto? -le pregunté. En el rostro se le dibujó una sonrisa. -¡Dios te bendiga! -exclamó riéndose-. Verás... yo no soy más que un símbolo. Represento el espíritu de la diversión familiar y la alegría de dar y recibir. Si a los niños se les inculcara todo esto, no habría peligro de que me volviera más importante de lo debido. Creo que me dormí de nuevo. Al despertar, pensé: «Por fin empiezo a comprenderlo». ¿Fue todo un sueño? No lo sé; pero al despedirse, Papá Noel me dijo: -Si tú no les enseñas esas cosas a los niños, ¿quién se las enseñará? Anónimo ![]() Mary Roys Todos los años en diciembre pido a mis hijos, Toby y Kathy -de siete y nueve años- que revisen sus juguetes y su ropa y separen todo aquello que ya no usan o que les queda chico. Luego repaso lo que seleccionaron y descarto lo que está muy desgastado. En algunos casos ejerzo mi poder de veto. Lo mejor de lo que queda lo embalo en una caja para donarlo a personas menos afortunadas que nosotros. Además de que así les inculco a los niños una actitud dadivosa, he descubierto que es una buena táctica para que su dormitorio no esté tan atiborrado de cosas y al mismo tiempo dar buen uso a artículos que ya no necesitan y todavía están en buen estado. La Navidad pasada noté que los dos se pusieron un poco más materialistas. Estaban muy pendientes de los regalos que esperaban recibir y muy poco preocupados de lo que podían dar. La cuestión me intrigó. También me pregunté si eran conscientes de su cambio de actitud. Opté por abordar el tema de forma indirecta. -¿Cuál piensan ustedes que es el verdadero sentido de la Navidad? Naturalmente, tenían claro que se trataba de la celebración del nacimiento de Jesús; pero eso fue lo único que atinaron a decir. -¿Creen que Dios nos envió algo defectuoso, algo que le sobraba? -les pregunté. -No -respondió Toby reflexivamente-. Nos dio lo que más quería, Su mayor tesoro. -Ese es el verdadero sentido de la Navidad -les expliqué-. Dar a los demás de lo mejor que tenemos, igual que hizo Dios. Los chicos se lo pensaron un rato e hicieron un plan para obsequiar algunos de sus juguetes preferidos en lugar de entregar los que ya no les interesaban. Toby optó por dar algunos de los autitos de su colección que más le gustaban. Kathy, por su parte, decidió regalar una de sus muñecas. Empacamos esto con el resto de los artículos que habíamos separado, y me llevé a los niños conmigo el día que fui a entregar nuestra donación navideña. Uno de mis principales deberes como madre es inculcar valores a mis hijos. Enseñarles a pensar en los demás antes que en sí mismos constituye una parte importante de ese cometido. Como es lógico, no basta con dar una vez al año algo que nos cuesta un sacrificio. De todos modos, la Navidad es una oportunidad perfecta para ello. Mary Roys se dedica alcoachingde padres de familia en el Sureste Asiático. Gentileza de la revista Conectate. Usado con permiso.
![]() Encamina a tus hijos hacia Jesús Para dar a los niños un buen fundamento y prepararlos para la vida es de suma importancia ayudarlos a entablar una relación personal con Dios por medio de Jesús. Desde chicos los niños pueden rezar para aceptar la salvación eterna que Dios les ofrece y abrirle a Jesús la puerta de su corazón. Es tan sencillo que hasta muchos pequeños de dos años pueden hacerlo. Cuando le hayas enseñado quién es Jesús -para ello es ideal una biblia infantil ilustrada-, explícale: «Jesús quiere vivir en tu corazón. Él te quiere mucho. Quiere ser tu mejor amigo y estar siempre contigo. Si le pides que entre en tu corazón, entrará. ¡Y ya nunca te dejará! ¿Quieres que entre en tu corazón?» Luego haz una pequeña oración para que el niño la repita. La oración puede ser algo así como: «Jesús, entra en mi corazón. Perdóname por portarme mal a veces. Ayúdame a amarte y a portarme bien». Con eso, Jesús entrará en el corazón de tu hijo, y será salvo para siempre. Dios lo promete1. ¡Es así de sencillo! A los niños mayorcitos conviene darles una explicación más completa de lo que es la salvación. Veamos un ejemplo de lo que se les puede decir. También puede ser algo más resumido: Nadie es perfecto. Todos tenemos nuestros puntos flacos, y a veces hacemos cosas que no están bien. Pero Dios nos quiere tanto que desea perdonarnos y ayudarnos a cambiar. Para ello hizo un gran milagro: ideó un plan muy sencillo a fin de que cualquiera pueda salvarse. Lo único que tenemos que hacer es creer en Jesús y aceptarlo. Cuando él entra en nuestra vida, aparte de ayudarnos en la Tierra, también nos da vida eterna en el Cielo. La salvación es un regalo sensacional que Dios hace a todos los que aman a Jesús y creen en Él. La salvación es así de sencilla. Una vez que tu hijo acepta a Jesús, ya la tiene. Para los padres es una experiencia maravillosa estar junto a sus hijos cuando estos descubren a Jesús y Su salvación. Importancia de apacentar a los hijos con la Palabra de Dios A nadie se le ocurriría decirle a un niño que se ha perdido en el bosque que busque por su cuenta el camino de regreso a casa. Nunca se nos pasaría por la cabeza no dar de comer a nuestros hijos, no vestirlos o no dejarlos salir a jugar, respirar aire puro y hacer ejercicio. Y tampoco debemos privarlos de las Palabras de vida, que imparten el poder, la luz y la vida de Dios. Jesús dijo: «Las Palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida» Con la Palabra de Dios los niños aprenden lo que está bien y lo que está mal y adquieren sólidos principios que los capacitan para hacer frente a las numerosas dificultades que se les presentarán en la vida. Y a medida que crezcan, sin duda tendrán que encarar muchas, porque la vida es un terreno de pruebas en el que aprendemos a tomar decisiones en consonancia con los preceptos del bien, en vez de escoger lo que es malo y perjudicial. Desde muy pequeños, los niños libran esta batalla espiritual y toman decisiones que pueden afectar en gran manera su vida y la de los que los rodean. Los padres podemos preparar a nuestros hijos para hacer frente a esas difíciles decisiones proporcionándoles una base de fe y un buen conocimiento de la Palabra de Dios. Relatos de la Biblia para niños Es muy beneficioso leer la historia sagrada a los hijos desde temprana edad; cuanto antes se empiece, mejor. Hasta los bebés pueden asimilar relatos acerca de Jesús y de hombres y mujeres de fe. Esto le servirá de cimiento para hacer descubrimientos más profundos de la Palabra de Dios cuando sea mayor. Una actividad así estrecha las relaciones entre padres e hijos y los ayuda a crecer en la fe y entender la Palabra de Dios. Al leer y comentar esos relatos, sorprende la cantidad de enseñanzas que se sacan y son de aplicación en la vida cotidiana. El tomarse tiempo para hablar de los detalles y la moraleja de cada caso ayuda a los niños a aplicar esas enseñanzas a su propia vida. (Haz clic aquí para ver relatos de la Biblia para niños.) Explorar la Palabra de Dios constituye una aventura espiritual en la que puede participar toda la familia. No hace falta saberlo todo para empezar. Si tus hijos te hacen preguntas cuya respuesta desconoces, diles simplemente que aún no lo sabes, pero que si siguen leyendo seguramente lo averiguarán. Pídanle al Señor que los ayude a descubrir la respuesta mientras leen Su Palabra. A veces viene bien comentar las preguntas de los hijos con nuestro cónyuge o con algún amigo que sea lector de la Biblia. La Biblia es un libro muy extenso. Aunque se estudie a lo largo de toda la vida, nunca se llegan a extraer todos los tesoros que contiene. Extraído del libro "La Formación de los Niños", por Derek y Michelle Brooks. Usado con permiso. |
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